Estoy viviendo muchas cosas al mismo tiempo.
Me siento perdida y encaminada, motivada y sin ganas de nada, en un limbo y con deseos de comerme el mundo, anhelando estar en silencio y al mismo tiempo necesitando hablar. A veces siento que no me alcanzan los minutos para procesarlo todo y canalizar mis energías. Llevo varias semanas queriendo escribir y compartir lo que estoy transitando, pero la vida no me cabe aquí.
Ayer leí por primera vez las páginas matutinas que comencé a escribir desde el 23 de marzo como una tarea del libro “El camino del artista” de Julia Cameron. Navegar ese viaje de lectura que ya va por nueve semanas, ha sido un proceso bien interesante de autoconocimiento, aprendizaje y aceptación. Lo que me revelaron esas páginas sobre este momento de mi vida es que hay un montón de cosas que nadie me dijo y que estoy aprendiendo ahora; que la causa de mis desvelos son las conversaciones incómodas que no he tenido con personas que me han decepcionado en el aspecto laboral y personal; que cuando tengo dinero para cubrir mis necesidades siento mucha paz, pero cuando me falta me bloqueo y no puedo crear; que sigo queriendo y extrañando mucho a mi ex pareja y que llevo más de un año soñando con una idea falsa, errónea y utópica sobre lo que podría ser o pudo haber sido; que el proceso de autopublicar un libro es jodidamente complejo y extenuante, pero a la vez transformador y muy emocionante; que quiero dedicarle más tiempo a la escritura y la acuarela, y que no es pereza lo que me detiene, sino miedo al éxito o al fracaso de hacer lo que realmente quiero y disfruto; que actualmente soy una artista en rehabilitación con muchos duelos artísticos que no había percibido antes como tal; que el amor propio también tiene un lado duro y que es complejo de aplicar, sobre todo, cuando toca elegirte por encima de lo que sientas por alguien más; que transito a diario por espacios de dualidad que a veces ni yo misma entiendo, pero me hacen más humana.
¡Cuán liberador es reconocer, apreciar y validar tu realidad! Escribir es poderoso y sanador, lo sigo confirmando.
Descubrir todo esto a través de ese ejercicio de escritura matutina ha sido intenso, pero curioso e interesante. En mi rol como coach de vida, me gusta cultivar el bienestar y provocar el desarrollo personal. Siempre estoy muy dedicada a motivar a otros a conocerse, a buscar su mejora continua, a cuidarse con intención y a descubrir qué necesitan para estar bien o hacer lo que tanto anhelan, pero en ese afán de cuidar a otros se me escapa atender mis necesidades y ocuparme de mi propio bienestar. Quizás me funciona por un cierto periodo de tiempo ver a otros avanzar y acompañarles en su camino de vida o verlos crecer, pero no es sostenible si en el proceso me voy olvidando de mí.
El libro “El camino del artista” me ha ayudado a ver esto con más claridad. Ha sido el puente para volver a conectar con mi creatividad y aplicarla en todo lo que hago, incluyendo mis rutinas y prácticas de autocuidado. También para retomar muchos intereses que he dejado a un lado desde hace mucho tiempo por enfocarme en otros asuntos que no necesariamente son prioridad o han dejado de resonar conmigo en este hoy. Ha sido muy curioso ver cómo la información que recibo de los capítulos, se va alineando con las experiencias que vivo a diario.
Lo realmente extraordinario está en lo cotidiano
Nadie me dijo esto, pero ahora lo estoy aprendiendo a ver, sentir y disfrutar. En el proceso de autoconocimiento y rehabilitación artística que he estado transitando con la lectura de ese libro tan grandioso, he podido estar más consciente de las pequeñas cosas que tengo y que me rodean a diario, y que son las que más feliz y plena me hacen sentir.
Por ejemplo, escuchar el audio de cinco minutos de mi mejor amigo, despertarme y llegar al mat de yoga para estirar mi cuerpo, encontrar la bolsa de guineos maduros que me deja mi vecina en la puerta, el ratito diario que dedico a escribir en mis libretas, escuchar el sonido de los pajaritos desde temprano, leer el mensaje de texto de mami preguntando si está todo bien, ver la sonrisa del barista en el coffee shop que visito en Santurce, disfrutar la caminata que hago en San Juan para despejar la mente y hacer ejercicio, gozarme ratitos mañaneros de playa y café donde veo siempre a las mismas señoras que nadan desde las 8:00 a.m., vivirme las canciones que canto en el carro a todo pulmón para relajar el estrés mientras estoy en un tapón….y así, la lista de esas pequeñas y simples cosas cotidianas continúa.
Lo que he aprendido a observar, es que en todo eso habito una sensación sutil e inexplicable de felicidad y bienestar que nadie me dijo que se podía encontrar ahí. Siempre se nos invita a buscar la felicidad en lo material, en títulos o logros profesionales, a perseguir y tener cosas grandes o extravagantes para sentirnos supuestamente exitosos y completos. Es bien raro escuchar que se elogien esos detalles que a simple vista parecen insignificantes, pero cuando los analizas en profundidad, tienen un valor incalculable.
Para mí, llegar a las 8 a.m. a la playa con café en mano, disfrutar el olor a mar y zambullirme en el agua, además de ser un privilegio, es tener vida de millonaria. Encontrar en mi puerta un par de guineos maduros, me recuerda que soy un ser abundante y que no me falta nada. Sentarme a escribir, escuchar los pajaritos, leer el texto de mami, salir a caminar, saborear el café que me preparó el barista y cantar en el carro, me recuerda que estoy viva y que mis cinco sentidos están en perfecto funcionamiento. Ahí, en eso que nadie nos dice y que muy pocas veces se percibe o se agradece como un gran regalo, está lo realmente EXTRAORDINARIO y valioso.
Elegirme por encima de lo que siento
Esto tampoco me lo dijeron, pero lo voy aprendiendo. Se habla mucho del amor propio como un acto romántico, fluido y placentero. Se nos dice “enfócate en ti y en tus proyectos”, “mantente firme, no pares”, “no te distraigas con nada ni nadie”, pero no nos explican cómo aplicamos esto en circunstancias donde tienes que bajarle el volumen a tus sentimientos para hacer lo que aparentemente es lo correcto.
Hace dos semanas me reencontré con mi ex pareja. Lo intuí. Sentí que ese día nos íbamos a ver, y así fue. ¿Qué descubrí en ese encuentro? Que lo sigo queriendo, y que él también a mí. Que nos hemos extrañado mucho. Que hay un deseo sin cumplir de estar juntos que es muy fuerte, pero insuficiente para sostenerse. Que nuestra conexión sigue siendo muy profunda, orgánica y espontánea, y que permanece intacta; pero que él no está listo ni dispuesto a vivir esa experiencia con todo lo que implica, ni yo para esperar a que lo esté.
Aunque me duele y quisiera con todo mi corazón, no puedo esperarlo mientras él sigue eligiendo estar en el mismo lugar sin hacer un mínimo esfuerzo por moverse. No es justo ni saludable para mí después de todo lo que me ha costado sanar este proceso de duelo y lograr lo que hasta ahora he logrado. Parte de lo que he aprendido en este tiempo de sanación es que el trabajo de una relación de pareja no se construye con el esfuerzo de una sola parte y no es un proceso estático. Se va transformando con el tiempo y va requiriendo diferentes acciones de cada una de las partes.
“No tengo nada nuevo que ofrecerte. No soy un nuevo yo para la nueva Angélica. Estoy en el mismo lugar de hace un año y medio. No sé qué solución podría funcionar para nosotros. No puedo prometerte que voy a cambiar o hacer cosas, aunque me arriesgo a que ya no estés cuando yo haga algo”.
Cuando escuché esto de la persona con la que compartí una relación tan significativa y con quien siento una conexión tan especial todavía, fue inevitable volver a sentirme frustrada, impotente, triste, con coraje y decepcionada. Pero también me di cuenta que no hay nada más que yo pueda hacer, excepto elegirme por encima de lo que siento y continuar mi camino.
Esto me choca con una realidad de la que se habla poco: elegirse a una misma cuando sientes algo tan profundo y genuino por otra persona no es fácil ni cómodo. Se requiere mucha fuerza de voluntad, respeto por una misma, valentía, compasión, sabiduría y cantidades extremas de amor propio para lograrlo.
Y sí, con el paso del tiempo la misma vida va acomodando todo, mostrándote lo que debes saber y entregándote lo que necesitas, pero mientras transitas el proceso de aceptar lo que es, sin que el resentimiento te consuma, te sientes como una mierda, te cuestionas muchas cosas sobre ti misma y se vuelven a activar miedos, dudas o creencias que pensabas que habías resuelto y transformado. Así se ve el crecimiento, doloroso e incómodo.
En esto ando. Abrazando el momento con todos sus matices. Viviendo el duelo y su proceso, pero desde otra versión de mí. Una que ha aprendido a valorarse, que no está dispuesta a tolerar dinámicas o faltas de respeto que ya una vez rebasaron sus límites, tampoco a negociar su paz o forzar acciones de otros, y que no puede detenerse por nadie que no quiera moverse, crecer, construir y mejorar. Esto se dice y se lee fácil, pero no lo es.
Aún así, agradezco el encuentro tan intuitivo y perfecto que nos volvió a juntar en el camino; el beso, el abrazo, lo que nos dijimos. La información que me dejó sobre mi crecimiento durante este último año y medio, pero también sobre mis apegos y las creencias idealistas que todavía alimento y necesito trabajar en temas de relaciones afectivas (el trabajo es constante y cambiante).
Querido ex:
Nos amo con todo el corazón, pero en este hoy, mi intuición me dice que la mejor decisión que puedo tomar es desearte el bien, aceptar que este no es el momento para compartirnos, agradecer todas las experiencias especiales y los aprendizajes que me regalaste, recordar lo bonito y dejarte libre. Esto no cambia todo lo que puedo sentir por ti o por el nosotros al que tanto aposté, pero hoy me elijo a mí. Confío que encuentres la voluntad y la disposición que ahora no tienes para tomar decisiones diferentes y sacar de tu vida todo lo que te mantiene estancado hace mucho más de un año. Lo que tenga que ser, será.
En palabras de Cerati: “no es soberbia, es amor…poder decir adiós, es crecer”.
Todo esto sobre las relaciones afectivas también es parte de las cosas que nadie me había dicho y estoy aprendiendo. Descubrir quién estoy siendo ahora es uno de los tantos resultados de escribir en las mañanas durante nueve semanas, lo cual me confirma que dentro de mí se encuentran todas las respuestas, aunque todavía no haya llegado a algunas de ellas.
En esas páginas que me han estado señalando el camino, está implícita una pregunta: así es como te sientes, ¿qué vas a hacer con todo esto que has descubierto?
Es momento de elegir.
“Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante son asuntos diminutos comparados con lo que tenemos en nuestro interior”. -Ralph Waldo Emerson
Gracias por leerme.