Aprender a improvisar
Lecciones de un lunes en TV, y otras cosas que siento
Si pudiera aplaudir y celebrar algo hoy, sería mi capacidad para adaptarme a los cambios, improvisar (conscientemente) y fluir con lo que la vida traiga. Hace varios días me invitaron a un canal de televisión local (Teleonce) para conversar sobre el trauma que nos despiertan los apagones de mierda que vivimos en Puerto Rico (casi todos los meses), pero justo antes de ir al aire, nos indicaron que el tema había cambiado y que estaría dirigido a cómo manejar las emociones y el proceso del duelo por el fallecimiento del Papa Francisco.
Por unos segundos pensé en cancelar mi participación en el segmento e irme. “¿Qué voy a decir yo del Papa si ni siquiera lo seguía como líder religioso?” Pensé. Un par de segundos después, me dije: “¿Y eso qué importa? Eres humana y estás aquí para servir. Quizás no lo seguías como figura religiosa, pero has vivido diferentes duelos, sabes cómo funcionan las emociones cuando se transitan estos procesos tan dolorosos, conoces muchas herramientas para manejar esto y, al menos, estás consciente de que el Papa Francisco dejó un legado de amor, inclusión y servicio, independientemente de cuál sea tu postura en este momento respecto a las religiones. ¿Quién dice que no puedes Angélica?”—Todo esto pasó en cuestión de segundos por mi cabeza.
Entonces, elegí quedarme para el segmento, relajarme, improvisar y fluir.
El resultado de esa elección fue más poderoso de lo que pensé. El tema y la dinámica fluyó entre los compañeros, cada uno aportó lo que sabía y tenía desde sus conocimientos y perspectiva, y yo me llevé una lección bien valiosa:
La televisión es como la vida.
Nos presenta cambios que no esperábamos, nos reta a estar alertas y presentes, nos invita a confiar, nos pone a prueba, nos enseña a desarrollar la destreza de improvisar constantemente, y nos da las luces, el equipo y las cámaras. La acción nos toca a nosotros, aunque en el “backstage” podamos sentir miedo o enfrentar otros dilemas.
Hace varias semanas que tengo la asignación pendiente de escribir por acá, y aunque trataba, no me salía nada, o no sabía cómo ponerlo en palabras. Ayer me topé con una nota de Camila Landavery que decía:
mujer POR FAVOR escribe sobre lo que SIENTES!!!!!!!
especialmente si sientes mucho o si sientes cosas “negativas”
dale permiso a tu parte HUMANA de ser.
encontrar en la tristeza una fuente de inspiración es tan valiente y a la vez complejo así que te aplaudo.
mujer SIGUE. hazlo más, escribe más, libera más.
te necesitamos escribiendo de todo lo que sientes, especialmente de tus partes más humanas y frágiles.
porque esas hacen conectar y despertar la humanidad y sensibilidad del mundo.
mujer, te necesitamos escribiendo.
Esa nota me movió todo por dentro. Sentí que fue directa para mí.
Y aquí estoy, volviendo a teclear, pero desde un punto de fragilidad emocional donde algo se siente un poco confuso, incómodo y disperso. Estoy alegre por muchas cosas positivas que están pasando (como el proceso de maquetación de mi libro, las oportunidades de presentarme en la televisión, los encuentros de mindfulness que hago cada mes, los regalos intangibles de la vida y los talleres de escritura que he impartido recientemente), pero también siento coraje, frustraciones, bajones de energía y tristezas que todavía no encuentro cómo expresar.
Recientemente comencé a leer el “El camino del artista” y creo que ese libro tiene mucho que ver con la manera en que me siento en este momento. Aún estoy adaptándome al contenido y los ejercicios de cada semana, pero he observado muchos cambios en mi actitud desde que empecé esa lectura tan poderosa que me recuerda que hay una artista dentro de mí esperando a ser atendida y reconocida como se merece.
Creo que todas esas emociones incómodas y bajones de energía están ahí para mostrarnos que hay asuntos pendientes por atender, trabajar o soltar. Que hay cosas que no hemos dicho, conversaciones que no hemos tenido, personas en las que ya no confiamos, deseos que no estamos cumpliendo, intereses que no estamos nutriendo, aventuras que no estamos explorando, experiencias que no nos estamos permitiendo, cambios inevitables que no queremos aceptar y muchos, muchos sentires más que no nos atrevemos ni siquiera nombrar.
Hay un ejercicio que me gusta hacer para desenredar un poco la mente cuando me siento así de dispersa, y es escribir diez cosas que se sienten o que son ciertas para mí en este momento. Pueden ser cosas banales, ligeras, simples, intensas o profundas, lo que sea. El punto es sacarlo de tu mente y verlo con otros ojos sobre el papel. Al final, te das cuenta que hay cosas que solo son cuentos irracionales de tu cabeza y otras que ya no puedes seguir ignorando y que son la llave para abrir otras puertas. ¡Inténtalo! Me cuentas qué tal te va.
Por ahora y por hoy, eso era lo que sentía compartir. Me llevo de tarea seguir sintiendo, seguir escuchándome y seguir expresando lo que llevo dentro.
Gracias por leerme. Si te resonó algo de aquí, me encantará conocer tu experiencia.

